17 de Abril
17:41.
Tengo mucho que escribir hoy.
Con
la historia de la, extraña y famosa familia Mollins, había olvidado por
completo contar, que tenía en agenda una reunión con un agente inmobiliario,
para ir a visitar unos departamentos en pleno centro de Santiago.
La
cosa, es que entre el viernes y el sábado, visité muchos departamentos. Ninguno
me hizo clic al instante, pero varios me dejaron medianamente interesada.
Algunos tenían más dormitorios de los que deseaba y otros menos. Otros cobraban
una burrada de plata por los gastos comunes y otros quedaban más allá del piso
cinco (mi única opción de altura). Pero por sobre todas las cosas, las vistas
desde las ventanas eran realmente horrorosas. La mayoría daban a otros
edificios. El único que me llamó un poco más la atención, fue uno que estaba
por calle san Antonio. Que a partir del piso ocho se podía observar el Parque
Forestal. Sin embargo, topaba en que no permitían la tenencia de animales. Y yo
tengo ganas de tener un gato o un perro…
Mis
padres decidieron dejar de tener perros, después de que murió “Lobo” hace seis
meses. La razón: ellos se estaban haciendo muy viejos y si se morían antes que
sus mascotas ¿quién las cuidaría?... mmm… como si yo estuviera pintada en esta
vida. En fin… así que tuve que comenzar a pensar en que quizás, debía desistir
de la idea de comprarme un departamento ahora, y dejarlo para cuando la
oportunidad de tener lo que yo deseo, se presente.
En
esto estaba… haciendo cavilaciones, mientras caminaba por el Forestal, cuando
de pronto leí un anuncio en uno de los edificios que queda por allí cerca, que
decía que se arrendaba un departamento en el piso tres. Tomé nota del número y
llamé ayer por la mañana.
Me
contestó una mujer. Pregunté si el departamento se arrendaba con opción de
compra.
- Si…
¿anda buscando arriendo o quiere comprar un departamento? – me preguntó.
- La
verdad es que quiero comprar uno, pero me gusta la ubicación. Así que podría
arrendarlo por un tiempo – la mujer tapó el auricular y comenzó a hablar con
alguien.
- Oiga…
¿como anda de tiempo hoy? Es que… qué le parece que nos juntemos, se lo muestro
y hablamos de negocios…
- Pues
me parece bien… puede ser en unas dos horas más…
- Hecho…
la espero entonces, en dos horas más…
Me vestí
rápidamente y salí. Cuando llegué al edificio, había una mujer alta y delgada
vestida con unos pantalones floreados, blusa blanca y un cintillo en el cabello
que tenía dibujos de frutos tropicales.
- ¿Graciela
Guarello? – le pregunté.
- La
misma… usted debe ser Gabriela Gómez.
Nos saludamos y me
hizo pasar al edificio. Subimos por las escaleras hasta el tercer piso, y
cuando abrió la puerta… sentí que me enamoraba…
Al ingresar lo
primero que se hacía notar, era un ancho ventanal que permitía ver en toda su
plenitud el Parque Forestal. El departamento era bastante amplio, y contaba con
dos habitaciones. No pude dejar de imaginar que una de ellas la dejaría para
hacer mi propio estudio, con una especie de biblioteca personal, con todos los
libros que me gustan y que actualmente estoy apilando en los rincones de mi
diminuta pieza.
Había un par de
mínimas reparaciones que debía hacer, pero sin duda alguna… era exactamente lo
que andaba buscando. Permitían tener animales, aunque no muy grandes. La
ubicación era espectacular y la vista maravillosa.
La mujer me comentó
que se estaba desasiendo del departamento porque se había divorciado de su
esposo, y no quería saber más nada de su vida pasada con él. Lo arrendaba, pero
como le había caído bien podíamos negociar la venta.
Al salir del
edificio, no soportaba más la felicidad. Realmente tenía unas ganas enormes de
saltar y de gritar. El departamento me queda cerca de todo. Cerca de mi
trabajo, cerca de la librería de papá, cerca del centro y aún mejor, estaba
ubicado en pleno centro neurálgico de la cultura Santiaguina. Estaría a 15
minutos del Barrio Lastarria. A 18 minutos del Biógrafo, a veinte de la GAM y
del cerro Santa Lucía… ¡Dios! Aún no me la creo… tengo a mano boutiques, el
emporio restaurant, plazas, teatros, cines y librerías, muchas librerías
pequeñas y especializadas… es un hermoso milagro, que me tiene hinchada de
entusiasmo…
Cuando llegué le
conté a mis padres, y les dije que podríamos ir a hacer una visita, para que me
dieran su opinión la semana siguiente y entonces le daría la respuesta a la
señora Guarello, de si lo compraré o no.
Analizamos la
oferta de compra, y creo que podríamos buscar alternativas de asesoramiento.
Pensé en meterme en un hipotecario con algún Banco.
Llamé a mi hermano
chico para contarle la buena nueva y para que me asesorará en la compra. Este
me ha dicho que si puedo negociar, bajar el monto y evitar encalillarme en un crédito, que lo hiciera. La idea es no quedarme
endeudada por siempre. Además ha quedado en acompañarme la semana siguiente a
ver la “supuesta maravilla” que he encontrado. La envidia lo corroe… es eso
nada más… ñaca, ñaca… cuando se fue a vivir solo, anduvo cotizando por ese
mismo Barrio y no encontró nada o no tenía lo suficiente para comprarlo.
Yo heredé al menos
el instinto ahorrativo de mis padres.
De niños, nuestros
padres nos abrieron a cada uno, una cuenta de ahorro donde mensualmente nos
depositaban una suma de dinero, en forma sagrada. Desde el primer mes de vida y
se hicieron en forma regular hasta que cada uno contó con los 18 años. Edad en
que se paró el ingreso.
El dinero en teoría
siempre fue pensando en nuestros futuros estudios. Entonces era coherente que
se detuviera todo al cumplir los 18.
Claudio, dio la PAA
y fue puntaje nacional. Quedó becado y entró estudiar Derecho. Así que el
dinero lo usó como pie para su casa, cuando se casó.
Pablo, no sacó mal
puntaje en la PAA, pero prefirió entrar a una universidad privada a estudiar
Arte y pudo optar a una media beca. Se le consumieron parte de los ahorros,
pero como esa carrera es bastante cara per
se, por todos los materiales y utensilios extras que se deben ocupar
siempre, nunca le faltó para comprar lo que necesitara. Con lo que le sobró, se
compró el galpón y hace unos años se asoció con unos amigos suyos que
instalaron un salón de Belleza en Las Condes.
En mi caso… también
estudié becada. Y como he vivido en la casa con mis padres desde siempre, los
recursos económicos jamás se me han menguado, así que todo lo he ahorrado. Soy
poco pretenciosa en mis gastos. En lo que mas desembolso es en comprar libros,
CD’s o cosas Freak que se me puedan
ocurrir. Como por ejemplo, mandar a estampar alguna camiseta, con una frase
llena de chorezas o frases anti
sistémicas… lo normal… mm…
Voy a seguir
dándole vueltas a la propuesta de la señora Guarello… pero, hasta ahora, me
parece que ese departamento será para este pechito…
¡Ah! y no olvides suscribirte y dejar tus comentarios... nos leemos en la próxima entrega...
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