27
de Septiembre
12:34.
Hoy vendrá toda la familia a la librería. Quedaron de avisarme.
Tengo
sueño. He dormido tan mal todos estos días. Tengo pesadillas
horribles que me hacen despertar con el corazón en la mano, o peor…
llorando. No logro recordarlas al día siguiente. Solo me levanto con
un vacío en medio de mi pecho. Mm… ¿será el primer síntoma de
la locura?
14:21.
Claudio me llamó. Van saliendo de casa de mis padres. Calculan que
estarán todos por acá, si el tráfico no es un asco, en una hora
más. Aprovecharé este rato de organizar las cosas.
Mm…
teléfono…
15:04.
Me llamó Carla... mm... estoy seriamente pensando en no contestar
las llamadas de las chicas. Eso mientras salgo de todos problemas y
logro controlar mis recuerdos. Me contó que a la empresa llegó una
nueva contratación. Su nombre es: Katherine. Le dije que me la
describiera, para asegurarme que es la misma Katherine que yo
conozco… y ¡oh! sorpresa… es la misma “fea”, que tanto ha
promocionado la madre de los Mollins.
Me
dijo que la había presentado Isabel a todo el personal, ya que don
jefe supremo ha estado poniéndose al día con las cosas de la
empresa después de su viaje. Kathrine, llegará a compartir labores
con la propia Isabel de Witt. También me contó que habían habido
despidos. Que don jefe supremo se ha dejado ver muy poco y que de eso
poco, lo ha visto “con cara rara. Como decaído”, tanto
viaje al extranjero lo debe tener con cara mala, pensé. Viajar
cansa, también. “Está igual de lindo, Yiyi, pero anda raro”.
Que
suerte la de él. Cada vez que las cosas se le ponen cuesta arriba,
viaja. Desaparece por un tiempo. Pone su vida en orden y vuelve con
una marraqueta bajo el brazo, en este caso con una novia
formal. Bueno… aún no es formal. Pero de seguro que lo será
pronto. Ya se conocen de antes, viajaron juntos, pusieron sus vidas
al corriente. Deben haber compartido pieza, cama… mm… ¿y eso qué
me debería importar a mí? Él es dueño de hacer lo que desee. Que
tonta soy. Cuándo alguien como él se iba a fijar realmente en mí.
Aunque
no dejo de pensar que lo último que me dijo en esa tremenda mansión,
fue que me quería. Jeremy también me lo dijo, y no una vez sino
muchas veces y en medio de su relación formal con su actual esposa.
Ya
no quiero pensar más. Intento no hacerlo, pero mi mente gira y gira
como loca entorno al mismo círculo vicioso. Jeremy, Arturo y yo.
Trato de ver lo bueno y lo malo, y cuando lo hago... más me duele.
Un lado me dice: ve y escúchalo, Jeremy y Arturo no son lo mismo.
Enseguida mi corazón se endurece y me dice: no, no son lo mismo,
Arturo es el peor. Pero, no sé responder por qué siento que él es
peor. Mi mente racionaliza el asunto, pero mi corazón es más
fuerte, aunque no tiene razones, ni argumentos... me la gana. No sé
por qué pensar en Arturo me duele tanto. Tampoco sé por qué no me
siento capaz de volver a verlo, de volver a escucharlo. De pronto...
solo necesito tiempo. Aunque, saber que Katherine ya ha entrado a su
vida y que no tengo posibilidad frente a ella, me hace creer que
endurecer mi corazón es una muy buena decisión. La verdad, es que
es mejor no seguir metida en esa historia.
Dios,
si tan solo fuera capaz de contarle a alguien lo que me sucede.
Recibir consejo, guía, apoyo. Me siento ahogada, pero no me salen
las palabras.
Me
iré a lavar la cara y aprovecharé de refrescar mi cabeza. Papá ya
debe estar por llegar.
20:06.
Estuvo bastante emotiva la visita de papá y mamá a la librería. A
Polín lo tenía que estar retando o dándole codazos para que no se
pusiera a llorar. Papá fue todo un hombre cabeza de familia. Estaba
muy triste, pero lo superó. Firme, estoico… con mamá del brazo,
me enorgullecí de tener una familia tan fuerte.
Claudio
trajo a mi cuñada y a mis sobrinos, los cuales eligieron varios
libros de niños para llevárselos a casa. Para qué los queremos
nosotros ahora...
Papá
recordó los inicios, como se comenzó con la idea de tener una
librería familiar y que esta pasara a los hijos. Nosotros hicimos
remembranzas de nuestras travesuras de niños entre esos muebles, los
libros, los espacios del local y las calles cercanas. Nos acordamos
del caballero que en verano pasaba vendiendo helados y en invierno
sopaipillas
y
picarones.
Le contamos a papá cómo le robábamos la plata para ir a comer
dulces al quiosco de la señora Emita, la cuál murió hace seis años
por Diabetes. Claudio, narró el día que vieron los puntajes de la
PAA y como saltaban abrazados con Papá, en medio de la librería,
con tres clientes felicitándolos por la hazaña de entrar a estudiar
Derecho a una Universidad estatal. Polín, decía que el verano en
que fue a trabajar a la librería, Papá lo dejaba a cargo de todo, y
él, el muy muy chistocito, cerraba el local y se ponía a dormir
siesta. Fue el peor verano en ventas. Mis hermanos se acordaron
cuando llegué cubierta de huevos podridos. Mis encantadores
compañeros de curso me habían perseguido todo el viaje tirándome
huevos. Papá tuvo que cerrar la librería y llevarme a casa. En la
micro no nos querían dejar subir por el olor que yo expelía…
Antes
de cerrar, para que papá no se fuera a resfriar con el aire frío de
la noche y se agarrara algún bicho, lo dejamos solo. Lo quedamos
mirando por el ventanal de la vitrina y creo que a todos se nos
partió el alma. Papá, miraba el piso, las tablas sobre las cuales
tanta gente caminó, pasaba sus dedos por los muebles y supongo que
recordaba dónde los había comprado, cuánto le había costado
elegirlos. Imaginé la cantidad de emociones que agolpaban en su
pecho. Ver el lugar que su padre, mi abuelo, le había heredado y
sentir culpa, dolor, desazón. Ahí dentro estaba la larga tradición
de libreros de mi familia. Sé que cuando miró el techo y sacó su
pañuelo, fue para enjuagarse la pena que sentía. Mamá se pasaba un
pañuelo por los ojos también, Polín miraba el cielo y Claudio
hacía como que tranquilizaba a mis sobrinos, pero en realidad se
tapaba para que no lo viéramos. Tenía los ojos llorosos, la nariz
colorada y moqueaba. Mi cuñada le palmoteaba, disimuladamente la
espalda.
De
pronto, entendí muchas cosas. Arturo Mollins me había quitado
tanto, tanto. Nunca lo podría perdonar en mi vida. Destruyó lo que
más amo en mi vida: mi familia.
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Siguiente entrega: VIERNES.
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Feliz Año, como lei bien el viernes, no seas mala nos vas a acostumbrar y despues que hacemos, y por favor que escuche aAm, por fa, por fa.
ResponderEliminarUna entrega muy emotiva, realmente muy lindo capitulo.
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