lunes, 13 de enero de 2014

Día 88 (Tercera parte)

Continuación...

Arturo se había recostado en el sillón. Me estrechó y con una mano comenzó a acariciarme el rostro. Yo había puesto mi cabeza sobre su enorme pecho y ahora lo abrazaba por la cintura. Me sentía tan bien.
-  Simply Red – dije con los ojos cerrados, perdida en su acompasada respiración.
-  No había puesto la debida atención a esa canción – respondió, besándome en la frente.
-  Hermosa. Casi me dio un ataque cardíaco cuando la escuché… ¿es verdad lo que dice? ¿Qué sientes algo de lo que dice la canción?
-  Cada una de las palabras – se puso de pie, tomó el CD y lo fue a poner en un mega equipo musical.
Volví a escuchar el tema, ahora, entre los recios brazos de Arturo. Me fue traduciendo cada parte de la canción. Me contó que cuando escuchó “tú tienes mi vida esperando en tus manos”, supo que era la canción indicada. Que cuando dice “Viniste cuando necesité un amigo”, recordó su fiesta de cumpleaños, cuando acepté acompañarlo.
-  El título de la canción lo dice todo “You make me feel brand new”... “Me haces sentir como nuevo”..
-  ¿Yo hago eso?
-  Claro...
-  Pero apostaste mucho a una sola canción...
-  ¿Apostar mucho a una sola canción...? Yiyi, fue lo último que pude hacer para convencerte de que me dieras una oportunidad. No se me ocurrió nada más...
-  Podrías haberme ido a ver...
-  ¿Es un chiste?
-  No... - dije muy seria. Con Arturo nos quedamos mirando fijamente. Yo comencé a sentir que en alguna parte de la conversación había metido las patas.
-  Tu madre no te dijo nada... - Ok. ¿mi madre? ¿decirme qué? ¿qué tenía que ver ella?
-   No mucho... - por qué de pronto sentí que debía sentar a mi familia completa para que me contaran de la, aparente, confabulación que sospechaba existía.
-  Fui cada día a la casa de tus padres. Tu madre me decía que no querías verme, que no saldrías porque ya no querías saber nada de mi. Nunca me recibiste. Te llamé, te mandé correos, hablé con Claudio... Dios, que dura eres ¿eh? Lo único que se me ocurrió fue la canción y que Magda hablara con Pablo para ver si te lograba convencer.
-  ¿Si? - respondí con inocencia culposa.
- Si. Pablo dijo que lo intentaría. Eso fue hace semanas. Le conté a Magda lo testaruda que eres. Lo mucho que me estabas odiando el día que fui a la librería a verte... lo intenté, mi amor, pero... Dios, sí que eres dura...
-  Sip, soy dura... Así qué... mm... así que mi mamá te decía... ¿qué te decía?..
-  Que no me querías ver...
-  Pero ibas a la casa de mis padres...
-  Si... Claudio me dijo que estabas viviendo con ellos.
-  En casa de mis padres... Claudio te dijo eso – dije, pensando que aunque sentía que tenía la mejor familia del mundo, también los tendría que llamar a reunión... urgente.
-  Pablo... mm... tu hermano menor también se lo dijo de Magda ¿Por qué? ¿No estabas con ellos?
-  Si – respondí rápidamente – si, si, si. Claro... dónde más podría vivir después de quedarme sin departamento. Con mis padres... ¡lógico!
-  Ahá - la cara de astucia de Arturo daba miedo -... te voy a creer. Pero me acabo de dar cuenta, de que tu familia... te estuvo ocultando de mi.
- Que locura... para nada... mi familia no haría eso ¿por qué haría algo semejante?
-  No lo sé... quizás, porque fui el causante de todos tus problemas...
-  No, no... te equivocas. Mi familia no hace esas cosas – respondí con tan poco convencimiento que Arturo se rió y luego se decidió a abrazarme, besarme y traducirme el resto de la hermosa canción que me había dedicado.
Demonios. La siguiente reunión familiar tendría que exigirles que me contarán todo. Pero todo, todo...

Llevábamos el milésimo sabroso beso de reconciliación, cuando la puerta de la biblioteca se abrió. Era Leticia. Se puso muy colorada al vernos. Le dijo a Arturo que estaban preguntando por él en la cena y que Magdalena la había mandado buscarlo.
- ¿Me acompañas? – me dijo.
-  ¿Quienes están?
-  Mi madre, Magda, mi cuñado y Katherine.
-  ¿Katherine? – traté de disimular mi molestia.
-  Si… mi madre la invitó ¿no quieres ir a marcar territorio? - dijo besándome.
-  Mm… ¿tengo que hacer pipí como los perritos?
-  No.
-  ¿La puedo sacar de las mechas entonces?
-  Tampoco – me respondió risueño - ¿vamos? ¿me acompañas?
-  Arturo…
-  Jamás – me interrumpió muy serio -. Acostúmbrate a lo que los medios digan. El viaje fuera de Chile, lo hice solo. Al volver hice escala en el norte, para retomar mis asuntos laborales. Katherine se encontraba allá, trabajando. Nos está ayudando a implementar algunas modificaciones en el área de Recursos Humanos. Volvimos juntos a Santiago, cuando digo juntos me refiero al mismo vuelo. Nada más que eso. Jamás pasó nada entre Katherine y yo. Nuestra relación es estrictamente laboral.
-  Mm… bueno… - “confianza, confianza”, me repetía mi voz interna -. Te acompaño. Pero solo un rato… tengo a Polín esperándome desde hace mucho.
-  Lo podemos enviar con mi chófer y…
-  Ah, no… - dije poniéndome de pie – usted estará con el agua cortada, por un tiempo. Nada de invitarme a quedarnos los dos solos en esta casa. Los dos sabemos lo que eso... conlleva.. emm... no, no Arturo. Te pretendo castigar duramente ¿me entiendes? Du-ra-mente...
-  Ok, ok… ¿pero me acompañas ahora? Mi hermana estará contenta de tenerte en la familia de nuevo… odia a Katherine…

Cuando llegamos a la cena, Arturo había entrelazado sus dedos con los míos y parecíamos dos novios recientemente reconciliados. Mm… que estúpida ¡eso éramos!
Al llegar a la sala Polín era algo así como el centro de mesa. Estaba contando cosas sobre su trabajo. Él y Magdalena nos quedaron mirando cuando entramos. Magdalena se llevó una mano a su cara. Sonreía y le hacía comentarios al hombre que había visto por la televisión golpear a un periodista.
A la madre de Arturo se le puso la cara de piedra y me quedó mirando con electricidad filosa en la mirada. Katherine abrió mucho los ojos y no los despegaba de la mano que Arturo tenía entrelazada con la mía.
-  Madre… - dijo Arturo mientras me observaba –, te presento a mi novia. Se quedará un rato haciéndonos compañía.
-  Arturo… - replicó la madre – cómo presentas a esa chiquilla como tu novia estando Katherine presente.
-  Madre… Gabriela, es mi novia. Katherine siempre ha sabido que mi corazón pertenecía a otra persona. Jamás le oculté dicha información. ¿Verdad, Katherine?
-  Si… pero siempre imaginé que era una historia para mantenerme alejada, nada más. - murmuró.
-  Pues no. Gabriela es real - dijo con firmeza. En ese momento nos sentamos en el sillón. Arturo no me soltaba la mano. Yo sentía el ambiente muy tenso. Magdalena, su esposo y mi hermano se encargaron de amenizar un poco las cosas.
Ya era muy tarde. Disimuladamente había bostezado cien mil veces. Me había bajado el cansancio y le hice muecas a Arturo. Me quería ir a descansar. Antes de eso él decidió dar otro anuncio.
-  Hace unos días resolví la obra social, que al menos una de las empresas que tenemos, podría hacer.
-  ¡Oh! Hijo… qué bien… ayudarás a las orquestas que te pedí, estarán tan agradecidos, podrán al fin cambiar ese piano que tienen… está tan desafinado – replicó la madre de Arturo, dirigiéndose a Katherine que aún tenía el rostro tirante y me miraba con cierta antipatía.
-  No madre – continuó Arturo - .Hace unas semanas me llegó una nueva idea. Me pareció muy atractiva. Le estuve dando vuelta, hice mis averiguaciones y es factible de implementar. 
-  ¿De qué se trata? – preguntó el cuñado de Magdalena.
-  Quiero crear un fondo de becas para hijos de funcionarios o para funcionarios que deseen continuar sus estudios y que por problemas de dinero no lo pueden hacer – yo quedé mirando a Arturo tan sorprendida como el resto de los presentes.
-  Pero hijo… ¿eso es conveniente?
-  Katherine puede contestar mejor que yo...
-  Si. Conviene. La empresa gana en valor agregado. Publicitariamente hablando se ve mucho mejor. Dependiendo de lo que estudien, la empresa gana un profesional experimentado. Las posibilidades de ascender de la mano de nuevos conocimientos aportados o apoyados por los empleadores, ayuda mucho de cara a alternativas de beneficios laborales. Habría que ver, eso si, modificaciones en contratos e intentar que los profesionales se queden por más tiempo en la empresa que le brindaría dicho apoyo. Para que no produzcan fugas de profesionales una vez que ya se hacen con los cartones...
-  Exacto – continuó Arturo –. Gracias, Kat - ¿Kat? Le había dicho ¿Kat?-. Para esto he decido dar la primera beca para el año siguiente. Es alguien que trabaja en esta misma casa. Leticia – la aludida acababa de dejar unas tazas de café que se le habían pedido. Estaba de pie, colorada de vergüenza al darse cuenta que habíamos varios observándola –, supe… por... ahí..., alguien que quiero mucho me contó que querías estudiar gastronomía.
-  Es…si... es verdad Señor Mollins.
-   Y al parecer has estado juntando el dinero para poder trabajar de día y estudiar de noche.
-  Si, así es señor.
-  Tu abuela ha trabajado toda su vida con nosotros y ahora nos ayudas tú. Eres justo el tipo de persona que representaría el espíritu de esta beca – Leticia se había llevado una mano a la boca -. Me gustaría poder contribuir a tu educación superior, Leticia. Eso, si lo deseas y tu abuela me lo permite.
-  Señor Mollins… yo... no sé... no sé qué decir... gra, gracias señor Mollins...
-   Pues… hecho, entonces. Lo hablaremos los días que siguen, para ver los detalles ¿te parece?
-  Si, si, si, claro señor Mollins – Arturo me había quedado mirando. Sin analizar mucho más la situación en que estábamos, le puse la cabeza en el hombro y me reí para mi misma. Mi buena acción pasada, había valido la pena. Creo que tendré que pagar un par de intereses extras… mm… o sí... pero, los pagaría con gusto jijijiji...

Al terminar la velada, me enteré que Katherine se quedaría a dormir en la mansión. Magdalena y su esposo volverían a su hogar esa misma noche. Arturo le había pedido al chófer que, a Pol{in y a mí, nos llevara a casa.
-  Fue muy, muy lindo lo que has hecho por esa muchacha Arturo.
-  ¿Si?... lo estuve viendo y realmente es conveniente. Es una buena inversión futura. Todos ganamos ¿sabes?
-  Generalmente es la idea de las obras sociales. Poca gente se da cuenta, pero así es. Tu lo miras con números, yo con la perspectiva del Karma – Arturo me tenía por la cintura y me miraba con ese brillo exquisito que tanto echaba de menos.
-  Quédate… quédate conmigo… - me repetía mientras apoyaba su frente en mi pecho.
-  Arturo… ya te dije que…
-  Quédate y no te haré ninguna maldad… lo juro… solo te besaré, te abrazaré y te volveré a besar mil veces más...
-  Ese no es el problema… el problema es que la maldad te la puedo hacer yo, y después no me tomarás en serio cuando me enoje… No, además Polín tiene que ir a dormir, mañana tiene una reunión y yo le pedí que me acompañara hoy. Me siento en deuda con él…
-  Está bien. Considerando que si no hubiese sido por él, esto jamás habría pasado, te dejo en plena libertad con tu hermano.
-  Gracias – dije acariciándole el rostro- Pero, quiero un lindo beso de despedida ¿ok?
-  Concedido…

Después que nos despedimos, demasiado cálidamente para mi gusto, quedamos en conversar durante la semana sobre lo que me quería explicar. Qué pereza. Por más que insistí en que no quería saber nada más el asunto, Arturo me dijo que tenía que saber la verdad y que si eso no sucedía, jamás podríamos tenernos confianza “Hay una buena explicación para todo, Yiyi, solo hablémoslo. En una de esas, es tan buena la razón... que decides levantarme el castigo antes”.
Haij... en fin... por mí no había apuro. De camino al auto, Polín estaba de pie y junto a él una delgada silueta lo acompañaba. Era Leticia. Cuando me vio, corrió hasta mi y se me tiró encima dándome un abrazo tan fuerte como los que me daba Magdalena. Me dio las gracias. Le pregunté que por qué me daba las gracias y me dijo que sabía que yo había hablado con Arturo. Le conté que solo lo había mencionado, pero que los agradecimientos debían ser para su jefe. Él había tomado la decisión de apoyarla. Que yo tenía una mínima participación en todo el asunto… al parecer que no me creyó mucho. Tampoco quería entrar en los detalles de mi entretenida participación en aquella petición... como que no venía al caso revelar tanta cosa sucedida entre su jefe y yo ¿verdad?
Cuando Leticia se devolvió a la casa, Arturo estaba en la entrada con las manos en los bolsillos del pantalón mirándome con una linda sonrisa en su linda cara. Me dieron ganas de arrancarle esa sexy camisa blanca y hacerle miles cochinadas sexuales. Supongo que él estaba pensando lo mismo, ya que comenzó a acariciarse los labios con la yema de sus dedos…
Cuando al fin subimos al auto, Polín me quedó mirando muy fijo con una maldita sonrisa en su bocota que me hacía pensar que por su cabezota pasaba algo muy, muy malo.
-  Qué te pasa… ¿por qué me miras así? – dije aniñadamente.
-  Qué asquerosidades le hiciste a ese hombre hermanita. Qué cosas le hiciste para que le diera, nada más y nada menos que, una beca a esa chiquilla… qué le hiciste gatita traviesa… ¡CUENTAME MALDITA YEGUA EGOISTA!
-  Jejeje… Jamás, hermanito... Jamás…
Es cierto... pretendo irme con ese secreto... a la tumba... jijijijiji...
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Siguiente entrega: MARTES.
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4 comentarios:

  1. yiyi eres la mejor menos mal que se esta aclarando la situacion

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. no puedo dejar de reir con tus ocurencias yiyi, yo tambien la sacaria de los pelos a la kate esam me encanta y a ti meche sigo pensando que los capitulos son muy cortitos y que si el final biene pronto te voy a estrañar con loca.

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  4. Me quedo sin palabras excelente. .....

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